Las grandes preguntas

Yo  a veces hago de psicólogo.

Digo «hago» porque en realidad soy una especie de placebo. O sea, están los psicólogos de verdad y luego estoy yo.

Los psicólogos de verdad son esos que dicen «mantener una entrevista» en lugar de «hablar con», «procesos lectores» en lugar de «leer», «psicoterapia» en lugar de «cobrar por escuchar», «disonancia cognitiva» en lugar de «estar rayado» y «no se ha establecido una buena transferencia entre ellos» en lugar de «se caen mal».

Qué se le va a hacer, hay ciencias que buscan leyes y otras que optan por crear un corralito lingüístico para aparentar conocimiento, ya que lo único cierto que saben es que si tocas una campana muchas veces antes de dar de comer a un perro, al final el perro, al escuchar la campana, saliva. 

Y qué quieres que te diga, cada perro es un mundo

Pero como iba diciendo, soy un placebo de psicólogo.

Y el curso pasado, en el colegio, una alumna de 12 años o así, angustiada, me dijo que necesitaba hablar urgentemente conmigo porque tenía muchas dudas.

Fuimos al banco del patio y empezó con su ametralladora metafísica:

¿Cómo se creó el lenguaje?

¿Qué son las palabras?

¿Qué es el tiempo?

¿Por qué no podemos volar?

¿Por qué estamos aquí?

¿Cómo se formó el universo?

¿Qué ocurre cuando nos morimos?

Yo hice lo que pude.

Le recomendé ver Redes todos los domingos.

¬¬

Bueno, esto no es verdad.

Pero lo pensé.

Es curioso que el ser humano siga preguntándose lo mismo después de miles de años.

Interesante cómo cada uno quiere encontrar sus respuestas y entender la vida como si nadie antes lo hubiera intentado.

*

Triste que la vida sea un viaje compartido y dejarla haya que hacerlo a solas.

La conclusión interesante viene ahora, la moraleja, lo que hay que hacer, la regla, la solución mágica.

En el asterisco me he tomado dos cañas.

Así que mejor lo dejo para otro día.

 

 

¿Cuántas personas conoces?

Dooplan me tiene ocupado. Unas 1.000 neuronas están llevando el tema. Es una gran  inversión, espero que merezca la pena. El último pensamiento que recibí de ellas me llegó en forma de pregunta: ¿a cuántas personas conozco? Entendí su curiosidad, ya que en los últimos días he contactado con mucha gente pidiendo apoyo para mi candidatura. Pero quise plantear la cuestión en general: ¿a cuántas personas, de media, conoce un individuo? Luego reflexioné: ¿no hice yo la carrera de Psicología? Y acto seguido: ¿no tuve una asignatura llamada Psicología Social y de la Personalidad? ¡Joder! ¡Sí!

Página 435 del libro Personalidad: Aspectos cognitivos y sociales de María Dolores Avia y María Luisa Sánchez Bernardos. El capítulo se titula Psicología Social de la reputación. Resumo: Emler y Grady realizaron un estudio en 1986 con el que pretendían averiguar el número de contactos sociales que mantiene una persona durante siete días. Definieron contacto social como cualquier encuentro que diera lugar a una conversación que fuera más allá del mero intercambio de comentarios educados o formales. Para llevar a cabo la investigación, solicitaron a un grupo de estudiantes registrar en un cuaderno todos los contactos sociales que realizarían en una semana. Esta tabla resume los resultados (está así, como vieja y sucia, para darle un toque romántico y aventurero):

Resultados
Si nos fijamos en la segunda medida, número total de personas diferentes encontradas, está en torno a 50, tanto para hombres como para mujeres. La desviación típica es de unos 25 puntos (esto os lo digo yo, no viene en la tabla), es decir, hay quien se encontró con 25 personas diferentes y hay quien tropezó con 75.

Mi teoría: aunque hayan pasado 26 años desde que se realizó el estudio, es muy probable que estas cifras tengan aún cierta validez. Que sí, que ahora está Internet y existen las redes sociales virtuales, pero el mundo real sigue siendo físico. Internet proporciona la posibilidad de contactar, no obliga, y la capacidad de procesamiento de la información del ser humano es limitada, lo que también afecta a las relaciones personales. Así que, por muchos amigos virtuales con los que contemos, es materialmente imposible -no hay neuronas suficientes- llevar un contacto continuo con todos ellos. De media, tendremos unas 50 personas cercanas y 6 amigos íntimos.

¡Ya tenéis excusa! Perdona tío, no te pude llamar, ya sabes, la capacidad de procesamiento…