La autoridad y yo

[autoridad=adultos, profesores, jefes, empresas, bancos, políticos, dioses]

Cuando tenía cinco años concebía a mi profesora de la guardería como una extensión del dios todopoderoso. Un día, cual Jesucristo proclamando las bienaventuranzas, nos dijo: «No podéis pasar al baño, lo acaban de fregar». Antes de finalizar la frase, ya se había convertido en la idea más importante que guiaría mi conducta a partir de ese momento. Más tarde, me encontraba en el parque donde salíamos al recreo, junto a una farola, al sol, esperando a que se secasen mis pantalones, completamente meados.

Sí, pobrecito, qué mono era, pero ese suceso fue el inicio de un proceso que, a lo largo de los años, ha desembocado en una total desconfianza en la autoridad y en un deseo continuo de compensar la cantidad de pis que se me escapó y mojó mis pantalones con toneladas de heces derramadas sobre el poder, la solemnidad y cualquier persona o ente al que haya que pedir permiso, llamar de usted, agradar con la risa falsa de Chandler, votar o rezar.

Y es que la sociedad está plagada de diferentes formas de autoridad que actúan como generadores de miedos, agentes Smith creadores de clones adaptados que copiarán y perpetuarán el sistema sin vacilar.

Adultos

Quizá sorprenda que, con 28 años, me excluya de este grupo. Tiene que ver con la definición del concepto que manejo (la RAE no es de gran ayuda en este caso). Desde mi punto de vista, los adultos son niños a los que sus padres han comprado el álbum de la vida y anhelan completarlo con todos los cromos: trabajo estable, coche, pareja, casa. Al finalizar la colección, obtienen el premio de la seguridad, pero ignoran que la seguridad que proporciona un trabajo estable no es sinónimo de madurez o desarrollo profesional, que conducir un coche no está relacionado con la independencia, que tener pareja no significa amor, que comprar una casa no implica haber encontrado tu sitio y, por supuesto, que nada de todo esto es un billete sin retorno a la felicidad.

¿Qué edad tienen los adultos? Existen ejemplares en todas las generaciones; de 0 a 99 años, como los puzles. ¿Ser adulto es un estado permanente? No, hay gente que en determinadas etapas de su vida juega a los cromos; después, deja de jugar (o viceversa). ¿Cuáles son los adultos con los que menos simpatizo? Los neoadultos: gente de mi generación que intenta copiar el estilo de vida de sus padres. ¡Atención! No el estilo de vida de sus padres con 28 años, sino el de ahora, con 55. ¿De quién es la culpa? (vaya, este es el párrafo de las preguntas) Creo que de los hijos por sucumbir a la autoridad y de los padres por no dejar que sus hijos hagan lo que le de la gana, como ya hacían ellos a su edad.

(Si Johnny Cash levantase la cabeza…)

Profesores, jefes, empresas, bancos, políticos y dioses

Respecto a los profesores, sin comentarios. Hablé de las empresas y los jefes aquí. El tema de los bancos es muy cómico: son casi las únicas empresas que obtienen beneficios en época de crisis. ¿Se merecen algún respeto más allá de dar los buenos días al empleado de turno en la sucursal? Los políticos hace ya mucho tiempo que sólo son personajes -en el sentido literario del término- cuya única función es entretener y crear la ilusión de que si los escuchas es porque te interesa lo que ocurre en la sociedad. El asunto de los dioses tiene miga, así que lo trataré en un post en el que intentaré explicar por qué Dios no existe y qué es morir. Así, de una tacada.

Y ante tanta autoridad, qué

¡Luke!: utiliza la forma, destruye el contenido.

Continuará.